Esquemas dialécticos (post-)coloniales

Por David Atienza de Frutos, 25 de septiembre de 2012

Por David Atienza de Frutos, 25 de septiembre de 2012

Por enésima vez desde que vivo en Guam tuve que escuchar a un alumno universitario preguntarme inocentemente y con sonrisa conciliadora lo siguiente:

– ¿Vamos a hablar del “genocidio español” en las Marianas? – o lo que es lo mismo traducido del lenguaje políticamente correcto internacional: ¿vamos a hablar de la “evangelización de las Marianas” o del “genocidio católico” en las Marianas?

Como siempre y por enésima vez, más uno, le respondí:

-Siendo cierto que el descenso poblacional alcanza cuotas altísimas llegando casi a diezmar la población autóctona, no podemos hablar de genocidio al faltar, o no existir, la voluntad explicita y sistemática de exterminar a toda una etnia, en este caso los pobladores de las Marianas. Genocidio sería el “exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, de etnia, de religión, de política o de nacionalidad” (RAE). Por lo tanto, el uso de la palabra genocidio en este caso implicaría en si mismo la toma de una postura ideológica. Si esta es la ideología que quieres asumir, adelante, usa la palabra pero debes ser consciente de donde te sitúas.

El concepto de «genocidio» es un termino legal creado en 1944 por Raphäel Lemkin y asumido internacionalmente en 1948 tres años después de los Juicios de Núremberg. Este término evoca, por lo tanto, principalmente al holocausto y a la política racial de Hitler. Su uso posterior asociado a las políticas coloniales españolas en América y en Oceanía no deja de ser por lo tanto «ligeramente» tendencioso y ajeno a la realidad objetiva. Sin duda el proceso evangelizador y colonial, asociado a él, tuvo sus luces y sus sombras, pero la realidad es un poco más complicada.

Mis alumnos son reflejo de la realidad demográfica de Guam y de su historia. La mitad se identifican como chamorros o autóctonos de las Marianas, casi la otra mitad se identifican como filipinos o chamorro-filipinos y un pequeño numero pertenecen a otras islas de micronesia o son norteamericanos. 

Cuando rememoran y utilizan simbólicamente el concepto de genocidio reproducen un discurso forjado y propagado curiosamente por académicos norteamericanos, es decir, por súbditos de un nuevo imperio. Es por esto que no deja de ser interesante como han incorporado el discurso de la nueva metrópolis como propio.

Para entender mejor este movimiento ideológico es preciso matizar que los chamorros de Guam, como todo grupo humano, no son una sociedad perfectamente homogénea y que hay muchos tipos de chamorros, más y menos educados, más y menos adinerados, más y menos viajados, y más y menos reflexivos. Pero no solo eso, sino que algunos pertenecen a una élite colonial que no vivía nada mal durante los siglos XVIII y XIX y que eran fieles al Rey de España y devotos católicos. Es esta élite la que el gobierno Naval Norteamericano trató de neutralizar o controlar, y para ello, lo primero que hizo fue “democratizar” la sociedad arrancándoles cuotas de poder y representación social; y segundo, “demonizar” a la antigua colonia para generar urticaria en todos aquellos que pretendían seguir vinculados a sus ancestros imperialistas.

Cuando le invito entonces a profundizar en un análisis un poco más objetivo y menos tendencioso, mi alumno ya se ha distraído mirando a las musarañas, pues su esquema mental esta empapado de dialéctica marxista y maniquea, dialéctica que curiosamente usa un país capitalista, y no es posible colgar la ropa sin una percha. Entonces me pregunta cambiando de tema:

-¿No es verdad que los curas españoles daban tabaco a los Chamorros para tenerlos enganchados y que volviesen a la iglesia?

Sin comentarios… Sé que dentro de unos días, con motivo de cualquier otra discusión, tendremos que hablar de nuevo del “genocidio español”. Paciencia.

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