Urdangarín, cabeza de turco

Por Ángel J. Barahona Plaza, 11 de enero de 2012.

URDANGARÍN ES UN CHIVO EXPIATORIO. Los regicidios siempre han sido el pararrayos de todas las tormentas sociales. Los antiguos regímenes expiaban a través de la decapitación o de la guillotina las iras populares. Su culpabilidad era manifiesta para el pueblo por las muchas iras acumuladas derivadas de sus frustraciones. Pero tal vez su culpa directa no fuera mucho más que la que todos ostentamos por nuestros pequeños o grandes delitos. La horca o los diferentes sistemas de “justicia” popular tienen el mismo esquema:  que alguien pague por los platos rotos  o por nuestros desmanes.

Urdangarín es culpable tal vez de ambición -un pecado popular y muy extendido-. Que ponga la mano en el fuego quien en su posición no hubiera sucumbido a la tentación de usar su situación de privilegio. No le estoy excusando, ni justificando su delito. Pero los Caifás y Pilatos de nuestros tiempos se lavan las manos acusando de un crimen execrable, el único crimen: su amor al dinero. El crimen de todos. Es como el hermano que se acerca a Jesus para recriminar a su hermano porque no reparte la herencia. Jesús no cae en su trampa: son los dos iguales, sólo aman el dinero. Y desvela su sistema de relaciones: la reciprocidad y la envidia.

La multitud mediática sin embargo, sentencia, condena, y ejecuta: ya antes de que fuera imputado era culpable, ya antes de que sea procesado debe pagar. El sistema actual es más comprensivo y tolerante, y cobra en libertad lo que antes se cobraba en sangre. Pero aquí hay algo más que republicanos que aprovechan la oportunidad para arremeter contra la monarquía. Aquí hay algo más que un delito de los miles que hay y que ni son juzgados. Aquí lo que hay es una caza de brujas, un linchamiento colectivo, porque ha cometido el error de representar  en su cabeza el más que simbólico “todos contra uno”. Sólo que las condiciones estaban a su favor –o mejor, para ser precisos, en su contr– : plebeyo vertido en pseudo-rey. Tiene que pagar. Es el perfecto chivo expiatorio: rico, joven, guapo, oportunista, ladino, Jacob, Edipo…

Esta primavera se necesita en plena crisis económica, que nadie se desmadre, que nadie ejerza de rey por un día porque si no ha de ser sacrificado por una masa sedienta de venganza y desangre. Pobre Urdangarín eligió malos tiempos para jugar a rey. En swazilandia se elegía a un rey ficticio, -extranjero, destacado por sus rasgos- para que violase todos los tabúes, todo el mundo miraba para otro lado, pero cuando llegó la fecha señalada por la fiesta  –cambio de solsticio- fue sacrificado como culpable… esto lo cuenta Sir james Frazer en La rama dorada. Todos se sintieron bien, habían asesinado aquel  que no respetó ninguna regla. Habían experimentado una comunión reparadora del desorden. Alguien había pagado como había que pagar, con su sangre. Ahora somos más civilizados: se lincha a las víctimas, a los que son igual que nosotros, para expiar a través de ellos nuestros vicios, pero lo hacemos a través de la prensa, y de la cárcel.

Esto ni quita ni pone para que se ejerza lo que es justo. Pero de lo que es justo hablaremos otro día.

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3 comentarios en “Urdangarín, cabeza de turco”

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