Camps, Garzón, Job & Cía (II)

Por Ángel J. Barahona Plaza, 24 de febrero de 2012. 

Garzón el chivo expiatorio del propio mecanismo expiatorio inaugurado por él.

Los ritos primaverales, dionisiacos o saturnales, Apis o Pan, Prajapati o Purusha,  en su origen son expresiones del tránsito de la muerte a la vida, del invierno a la primavera exuberante que nos regala la vida.

Ritos que descuartizan víctimas expiatorias que luego son divinizadas y van tomando esos nombres. La construcción social –Durkheim–  de esas divinidades no deja lugar a dudas.  Irrumpen en el momento adecuado, crean el caos, remueven los cimentos del orden social, liberan las tensiones rompiendo las reglas, alterando la falsa y tensa paz inestable de las sociedades que asolan, y luego estas, en revancha, los descuartizan –diasparagmos–  se los comen, incluso, y retorna el orden espurio en que la sociedad solía estar. La evolución de estos episodios hacia ritos repetitivos y folclores varios delatan la intrínseca relación entre la sangre de una víctima y la paz. El pharmakon –Platón y Derrida van de la mano en la detección y en la impotencia de comprender la transcendencia de esta figura social que envenena y cura a la sociedad a la que pertenece– tiene mil caras. Estoy hablando de del Héroe de las mil caras de Joseph Campbell , o del hombre perverso que sigue la ruta antigua de Girard, ese personaje que es encumbrado por la masa como un Dios y que luego es carne del festín de una fiesta caníbal.

En todos los casos esos dioses victimizados retoñan una y otra vez cíclicamente. Destapan sus cadáveres y se configuran con nuevos rostros, pero al poco tiempo la sociedad los identifica con las sucesivas encarnaciones del mismo Dios primigenio.

En los tiempos modernos nos sentimos –oh ignorancia– libres de estos relatos-historias-eventos.  Justo cuando más plagados de ellos estamos. Levantar cadáveres que dormitan en el sueño de los justos en sus tumbas es el reclamo de Dionisios Dioniso, levantar la venganza para saciar la sed de revancha. ¡Qué peligroso! Los parapetos sociales que contenían esa ansia de revancha son débiles. Lo religioso primitivo tenía esa función: canalizar ese toma y daca rival interminable de los clanes, pueblos y tribus –o partidos políticos, clases sociales…– con desavenencias ancestrales y que reverdecían de cuando en cuando. La religión civil de la democracia parlamentaria, por la razón comprende ese mecanismo de contención de la venganza con leyes, amnistías, transiciones, pero la razón es débil para contener a la masa. Como decía Canetti, cuando la masa se pone marcha, sale a cazar, a linchar. Ese monstruo mitológico, legión lo llaman algunos, que es Fuenteovejuna, se ha despertado en esta aldea global, los medios de comunicación tocan a rebato: indignados, educadores, parados, sindicalistas, desfavorecidos del mundo entero, unidos, están reivindicando su momento de gloria, su fiesta dionisiaca: la venganza. Buscan sangre, un chivo expiatorio a quién sacrificar, un mártir a quien dedicarle una calle, para que la nueva savia recorra las calles apagadas, desmotivadas, dormidas.

Garzón quiso despertar a los vencidos, a los que no pudieron contar la historia, se quiso poner del  lado del lado de las víctimas, de los que no tuvieron voz en el franquismo. Ser la voz del pueblo. Lo hubiera logrado si hubiera conseguido la unanimidad, la uniformidad de masa. Pero esa unanimidad sólo se consigue en el “todos contra uno” –contraria sunt circa idem-, no se dio cuenta de que en esta aldea global, en este pequeño pueblo país los vecinos siguen siendo rivales. La democracia ha canalizado el que cuatro u ocho años uno, y cuatro u ocho años otro, sea decapitado -sufragio como decapitación (Cf. Pour un catastrophisme éclairé de J.P Dupuy).  Ahora me toca a mi vengarme, ahora te toca a ti, eso sí, de forma civilizada, pero no es más que la vieja fórmula de la guerra civil: todos contra todos, hasta que encontremos a uno que pague por todos. El problema es que eso es cada día más difícil: después de Cristo y del Holocausto judío, encontrar a un inocente que polarice las miradas de todos y los congregue para matar-sacrificar es casi imposible; ya todos saben que nadie parte de cero o de la inocencia para reivindicar la justicia, que toda la justicia está contaminada, que todo es pereza intelectual, histórica, para ir hasta el fondo y ver que nadie es justo.  Lo que hay es que cada rival tiene su chivo expiatorio y que el cazador es cazado por la jauría del otro. Eso es el pobre Garzón.  Cayó en su propia trampa: creerse juez de vivos y muertos –que literal me ha quedado esto–. Algo que sólo corresponde a Dios… o… ¡¿será ese el problema?!: que se ha  creído su propia divinización mediática.  Pues si es la reencarnación de Dionisos Dioniso, a éste sólo le quedaba la descuartización después de la orgía de sangre, luego…

Todo el mundo “sabe pero no quiere reconocerlo” (méconnaissance), la estúpida circularidad de las denuncias humanas, de las salidas a cazar de la masa, del ahora tú, mañana yo. Pero si está regulado es un juego tolerable –por impotencia-, hoy caen cuatro míos, mañana cinco tuyos y pasado viceversa. ¿No nos basta la reglamentación democrática, que reparte de manera alícuota la venganza y sacia la sed de sangre periódicamente, que nos podemos permitir el lujo de dejar que francotiradores descerebrados –porque no saben lo peligroso que su juego de ruleta rusa- empiecen a pegar tiros por aquí y por allá, indiscriminadamente  salgan de cacería, jueguen con el fuego y prendan el bosque, por pura vanidad?  No estamos para juegos y excesos. No es tiempo de ordalías, aunque vivamos en un permanente carnaval dionisiaco, no hay capacidad para soportar el exceso, por mucho famoso pregonero que lo airee.

No obstante, tampoco pienso en él como un hombre malvado, como en el reverso tenebroso de Camps, son hombres declarados perversos por su propio pueblo, pero no saben lo que significa esa “perversión”. Perdónalos Dios mío, porque no saben lo que hacen, obran por ignorancia. O por méconnaissance.

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3 comentarios en “Camps, Garzón, Job & Cía (II)”

    1. Gracias, Ángel, corregimos a Ángel. Por cierto que sería fantástico poder contar con una entrada filológica sobre Dioniso. Nuestro acercamiento antropológico siempre es algo deficitario. De Girard siempre me ha apasionado el interés y cuidado con el que analiza ciertos términos, en La violencia y lo sagrado por ejemplo.

  1. Ángel, me ha llamado la atención un vídeo que se ha hecho viral en pocos días (4 días, 70 millones de visitas en Youtube: el vídeo se llama Kony 2012). He visto a muchos analistas intentar explicar esta gigantesca mímesis virtual, pero hasta ahora no he visto que ninguno hable sobre lo que bajo el prisma girardiano parece tan evidente: queremos linchar a Kony.

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